Lo que me conmueve de la música es algo que no puedo poner en palabras. Pero puedo decir con certeza que la parte de mí que es afectada por la música de la ópera no es la parte que se preocupa por el drama representado. Diferentes partes de mi alma dejan que la ópera, en toda su fantasiosa y absurda irrealidad, agite de tal manera la superficie de mis mares internos que un bote podría darse vuelta muy fácilmente. Me hacen llorar. Sé que lo que despierta en mí la chispa antirrealista, que suspende todas las leyes de la realidad, son siempre dos fenómenos irreconciliables: la historia y la música, ninguna es más importante que la otra.
Alexander Kluge nació en Halberstadt, cerca de Magdeburgo, en 1932 y se doctoró en Derecho por la Universidad de Frankfurt a. M. en 1956. En esta ciudad trabó amistad con el filósofo Theodor Adorno, que entonces encabezaba la Escuela de Frankfurt desde el Instituto de Investigación Social, centro del que Kluge fue asesor jurídico. Tras escribir sus primeros relatos, pronto se interesó también por el cine y, en 1958, el filósofo le presentó a Fritz Lang, de quien fue asistente en sus últimas películas alemanas. En 1960 dirigió su primer corto; dos años más tarde fue uno de los redactores del manifiesto de Oberhausen, en el que se postularon las bases del llamado Nuevo Cine Alemán.
El templo del chivo expiatorio
$14.600El precio original era: $14.600.$11.680El precio actual es: $11.680.Autor: Kluge, Alexander
Editorial: Libretto
Páginas: 238
Dimensiones: 13,5 x 20 cm
Libretto
2021
Sin existencias
Descripción
Lo que me conmueve de la música es algo que no puedo poner en palabras. Pero puedo decir con certeza que la parte de mí que es afectada por la música de la ópera no es la parte que se preocupa por el drama representado. Diferentes partes de mi alma dejan que la ópera, en toda su fantasiosa y absurda irrealidad, agite de tal manera la superficie de mis mares internos que un bote podría darse vuelta muy fácilmente. Me hacen llorar. Sé que lo que despierta en mí la chispa antirrealista, que suspende todas las leyes de la realidad, son siempre dos fenómenos irreconciliables: la historia y la música, ninguna es más importante que la otra.
Alexander Kluge nació en Halberstadt, cerca de Magdeburgo, en 1932 y se doctoró en Derecho por la Universidad de Frankfurt a. M. en 1956. En esta ciudad trabó amistad con el filósofo Theodor Adorno, que entonces encabezaba la Escuela de Frankfurt desde el Instituto de Investigación Social, centro del que Kluge fue asesor jurídico. Tras escribir sus primeros relatos, pronto se interesó también por el cine y, en 1958, el filósofo le presentó a Fritz Lang, de quien fue asistente en sus últimas películas alemanas. En 1960 dirigió su primer corto; dos años más tarde fue uno de los redactores del manifiesto de Oberhausen, en el que se postularon las bases del llamado Nuevo Cine Alemán.
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