Cuando se habla de “Humanidad”, se piensa en lo que “separa” y distingue al hombre de la Naturaleza. Pero tal separación no existe en realidad; las propiedades “naturales” y las propiedades “humanas” son inseparables. El hombre, aun en sus más nobles y elevadas funciones, es siempre una parte de la Naturaleza y ostenta el doble carácter siniestro que aquella. Sus cualidades terribles, consideradas generalmente como inhumanas, son quizá el más fecundo terreno en el que crecen todos aquellos impulsos, hechos y obras que componen lo que llamamos Humanidad.
En la multiplicidad de lenguas se hace patente el hecho de que la palabra y la cosa no tienen una relación necesaria, sino que, por el contrario, la palabra es un mero símbolo. ¿Pero qué es lo que simboliza la palabra? Nada más que representaciones, ya sean estas conscientes, o, como ocurre con mayor frecuencia, inconscientes, ¿pues cómo habría de corresponder una palabra-símbolo a aquella esencia interior, cuyas copias somos nosotros así como todas las demás cosas del mundo? Esa esencia, ese meollo no lo conocemos más que por medio de representaciones, no intimamos con ella más que por medio de imágenes exteriores: fuera de estas no hay un lazo que nos una a ella directamente.
Friedrich Nietzsche nació en Röcken, actual Alemania, en 1844. Estudió filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig. A los veinticuatro años obtuvo la cátedra extraordinaria de la Universidad de Basilea, en Suiza. Algunos años después, decepcionado por el academicismo universitario, abandonó la docencia. Si bien hay quienes sostienen que la característica definitoria de Nietzsche no es tanto la temática sino el estilo y la sutileza de su pensamiento y su escritura, introdujo una cosmovisión que influyó notablemente en autores como Martin Heidegger, Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Gianni Vattimo y Michel Onfray. Nietzsche es considerado uno de los tres “Maestros de la sospecha”, según Paul Ricoeur, junto a Karl Marx y Sigmund Freud. Acuciado por la sífilis, Nietzsche murió en Weimar, en 1900.
Ensayos sobre los griegos
$13.000
Autor: Nietzsche, Friedrich
Editorial: Godot
Páginas: 128
Dimensiones: 13 x 20 cm
Godot
2013
Sin existencias
Descripción
Cuando se habla de “Humanidad”, se piensa en lo que “separa” y distingue al hombre de la Naturaleza. Pero tal separación no existe en realidad; las propiedades “naturales” y las propiedades “humanas” son inseparables. El hombre, aun en sus más nobles y elevadas funciones, es siempre una parte de la Naturaleza y ostenta el doble carácter siniestro que aquella. Sus cualidades terribles, consideradas generalmente como inhumanas, son quizá el más fecundo terreno en el que crecen todos aquellos impulsos, hechos y obras que componen lo que llamamos Humanidad.
En la multiplicidad de lenguas se hace patente el hecho de que la palabra y la cosa no tienen una relación necesaria, sino que, por el contrario, la palabra es un mero símbolo. ¿Pero qué es lo que simboliza la palabra? Nada más que representaciones, ya sean estas conscientes, o, como ocurre con mayor frecuencia, inconscientes, ¿pues cómo habría de corresponder una palabra-símbolo a aquella esencia interior, cuyas copias somos nosotros así como todas las demás cosas del mundo? Esa esencia, ese meollo no lo conocemos más que por medio de representaciones, no intimamos con ella más que por medio de imágenes exteriores: fuera de estas no hay un lazo que nos una a ella directamente.
Friedrich Nietzsche nació en Röcken, actual Alemania, en 1844. Estudió filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig. A los veinticuatro años obtuvo la cátedra extraordinaria de la Universidad de Basilea, en Suiza. Algunos años después, decepcionado por el academicismo universitario, abandonó la docencia. Si bien hay quienes sostienen que la característica definitoria de Nietzsche no es tanto la temática sino el estilo y la sutileza de su pensamiento y su escritura, introdujo una cosmovisión que influyó notablemente en autores como Martin Heidegger, Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Gianni Vattimo y Michel Onfray. Nietzsche es considerado uno de los tres “Maestros de la sospecha”, según Paul Ricoeur, junto a Karl Marx y Sigmund Freud. Acuciado por la sífilis, Nietzsche murió en Weimar, en 1900.
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