El hormigón encarna la lógica capitalista. Es el lado concreto de la abstracción mercantil. Como ella, anula todas las diferencias y es más o menos siempre lo mismo. Producido de forma industrial y en cantidades astronómicas, con consecuencias ecológicas y sanitarias desastrosas, ha extendido su dominio por el mundo entero, asesinando las arquitecturas tradicionales y homogeneizando todos los lugares con su presencia.
Monotonía del material, monotonía de las construcciones que se edifican en serie conforme a algunos modelos básicos de duración muy limitada, tal como establece el reinado de la obsolescencia programada. Al transformar definitivamente la edificación en mercancía, este material contribuye a crear un mundo en el que ya no nos encontramos a nosotros mismos. Por eso había que rastrear su historia; recordar los designios de sus numerosos paladines —de todas las tendencias ideológicas— y las reservas de sus pocos detractores; denunciar las catástrofes que provoca en tantos ámbitos; poner de manifiesto el papel que ha desempeñado en la pérdida de ciertas destrezas y en el declive de la artesanía; y en último término, demostrar cómo dicho material se inscribe en la lógica del valor y del trabajo abstracto. Esta implacable crítica del hormigón, ilustrada con abundantes ejemplos, es también —y quizá sobre todo— la crítica de la arquitectura moderna y del urbanismo contemporáneo.
[…] Hay otro aspecto del hormigón armado que no ha sido tenido en cuenta más que accidentalmente por sus comentaristas, incluidos los más críticos. Podemos explicarlo mediante un juego de palabras que funciona en inglés, en español americano y en portugués, pero por desgracia no en francés ni en otras lenguas. Hormigón se traduce por concrete en inglés y por concreto en portugués y en ciertas variantes del español. Como ya vimos en el segundo capítulo, la palabra concrete remite etimológicamente a lo que es «sólido», «compacto». Y como ya sabemos, la pareja concreto-abstracto desempeña un papel protagonista en el pensamiento filosófico occidental.
Pues bien, podemos afirmar que el hormigón constituye uno de los lados concretos de la abstracción mercantil producida por el valor que, a su vez, es una creación del trabajo abstracto. No se trata de una broma basada en un juego de palabras. Para ser más precisos, la sociedad capitalista se basa en la abstracción, en una abstracción muy particular: el trabajo abstracto que crea el valor. Esta abstracción se expresa de forma especialmente concreta y visible en dos materiales: el hormigón y los materiales plásticos. […]
Teórico del valor y especialista en Guy Debord, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Guy Debord (Anagrama, 1998) o Les Habits neufs de l’empire, con Robert Kurz (Lignes, 2004). En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014); además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto (2014) y Las aventuras de la mercancía (2016).
Hormigón. Arma de construcción masiva del capitalismo
$24.500
Autor: Jappe, Anselm
Editorial: Pepitas de Calabaza
Páginas: 180
Dimensiones: 14,5 x 21 cm
Pepitas de Calabaza
2021
Sin existencias
Descripción
El hormigón encarna la lógica capitalista. Es el lado concreto de la abstracción mercantil. Como ella, anula todas las diferencias y es más o menos siempre lo mismo. Producido de forma industrial y en cantidades astronómicas, con consecuencias ecológicas y sanitarias desastrosas, ha extendido su dominio por el mundo entero, asesinando las arquitecturas tradicionales y homogeneizando todos los lugares con su presencia.
Monotonía del material, monotonía de las construcciones que se edifican en serie conforme a algunos modelos básicos de duración muy limitada, tal como establece el reinado de la obsolescencia programada. Al transformar definitivamente la edificación en mercancía, este material contribuye a crear un mundo en el que ya no nos encontramos a nosotros mismos. Por eso había que rastrear su historia; recordar los designios de sus numerosos paladines —de todas las tendencias ideológicas— y las reservas de sus pocos detractores; denunciar las catástrofes que provoca en tantos ámbitos; poner de manifiesto el papel que ha desempeñado en la pérdida de ciertas destrezas y en el declive de la artesanía; y en último término, demostrar cómo dicho material se inscribe en la lógica del valor y del trabajo abstracto. Esta implacable crítica del hormigón, ilustrada con abundantes ejemplos, es también —y quizá sobre todo— la crítica de la arquitectura moderna y del urbanismo contemporáneo.
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Teórico del valor y especialista en Guy Debord, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Guy Debord (Anagrama, 1998) o Les Habits neufs de l’empire, con Robert Kurz (Lignes, 2004). En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014); además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto (2014) y Las aventuras de la mercancía (2016).
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