Los rumores, compartidos en el círculo de amigos de Zola, relativos a la colaboración creciente de la periodista Julia Allard en la obra novelística de su marido, el escritor Alphonse Daudet, inspira la historia de la pareja de artistas que protagoniza Madame Sourdis, un relato que, tras su primera publicación en San Petesburgo, en 1880, debió esperar veinte años para ser publicado en Francia. Zola nos ofrece unas páginas, que bien pudieran servir de antesala de La obra (1886), en las que la relación fáustica mantenida por los Sourdis es observada a través de los secretos del taller de trabajo y en el contexto de la sociedad artística parisina de las últimas décadas del siglo XIX, con sus Salones y sus complacencias al gusto mayoritario. Entre estos relieves, Zola compone una sugerente alegoría del triunfo de la mediocridad. Madame Sourdis, hasta ahora inédita en castellano, posee un lugar propio entre las piezas literarias que, ya desde La obra de arte desconocida (1831), de Balzac, han dirigido su curiosidad a los entresijos del atelier de creación y a las peculiaridades del mundo artístico en aquel siglo.
Émile Zola (1840-1902) publicó su primera obra, Cuentos para Ninon, en 1864, y en 1867 presentó Thérèse Raquin, su primera novela propiamente naturalista. Escribió una serie de veinte novelas entre 1871 y 1893 bajo el título genérico de Les Rougon-Macquart, por la que fue calificado de obsceno y criticado por exagerar la criminalidad y el comportamiento a menudo patológico de las clases más desfavorecidas. Algunos de los libros de la serie alcanzaron una gran popularidad, entre los que destacan La taberna (1877), un estudio sobre el alcoholismo; Nana, basada en la prostitución; Germinal (1885), relato sobre las condiciones de vida de los mineros; y La bestia humana (1890), donde analiza las tendencias homicidas. Entre sus obras posteriores, menos objetivas y más dogmáticas, destaca la serie Las tres ciudades (1894-1898), que incluye Lourdes (1894), Roma (1896) y París (1898). El mejor de sus escritos críticos fue el ensayo La novela experimental (1880). En enero de 1898 se vio envuelto en el caso Dreyfus, cuando escribió una carta abierta “J’acusse ” en el diario parisino L’Aurore. Murió en París en 1902.
Madame Sourdis
$12.000
Autor: Zola, Émile
Editorial: Abada
Páginas: 88
Dimensiones: 12 x 16,5 cm
Abada
2012
Sin existencias
Descripción
Los rumores, compartidos en el círculo de amigos de Zola, relativos a la colaboración creciente de la periodista Julia Allard en la obra novelística de su marido, el escritor Alphonse Daudet, inspira la historia de la pareja de artistas que protagoniza Madame Sourdis, un relato que, tras su primera publicación en San Petesburgo, en 1880, debió esperar veinte años para ser publicado en Francia. Zola nos ofrece unas páginas, que bien pudieran servir de antesala de La obra (1886), en las que la relación fáustica mantenida por los Sourdis es observada a través de los secretos del taller de trabajo y en el contexto de la sociedad artística parisina de las últimas décadas del siglo XIX, con sus Salones y sus complacencias al gusto mayoritario. Entre estos relieves, Zola compone una sugerente alegoría del triunfo de la mediocridad. Madame Sourdis, hasta ahora inédita en castellano, posee un lugar propio entre las piezas literarias que, ya desde La obra de arte desconocida (1831), de Balzac, han dirigido su curiosidad a los entresijos del atelier de creación y a las peculiaridades del mundo artístico en aquel siglo.
Émile Zola (1840-1902) publicó su primera obra, Cuentos para Ninon, en 1864, y en 1867 presentó Thérèse Raquin, su primera novela propiamente naturalista. Escribió una serie de veinte novelas entre 1871 y 1893 bajo el título genérico de Les Rougon-Macquart, por la que fue calificado de obsceno y criticado por exagerar la criminalidad y el comportamiento a menudo patológico de las clases más desfavorecidas. Algunos de los libros de la serie alcanzaron una gran popularidad, entre los que destacan La taberna (1877), un estudio sobre el alcoholismo; Nana, basada en la prostitución; Germinal (1885), relato sobre las condiciones de vida de los mineros; y La bestia humana (1890), donde analiza las tendencias homicidas. Entre sus obras posteriores, menos objetivas y más dogmáticas, destaca la serie Las tres ciudades (1894-1898), que incluye Lourdes (1894), Roma (1896) y París (1898). El mejor de sus escritos críticos fue el ensayo La novela experimental (1880). En enero de 1898 se vio envuelto en el caso Dreyfus, cuando escribió una carta abierta “J’acusse ” en el diario parisino L’Aurore. Murió en París en 1902.
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