Este es el testimonio de la agitada vida de una de las mentes más originales e independientes del siglo XX. El más rebelde y explosivo de los dibujantes y pintores alemanes, fustigador del militarismo, el capitalismo y la burguesía de los años veinte, hace aquí balance de su vida, que al mismo tiempo es parte de la historia contemporánea y del arte moderno.
Grosz fue mucho más que un crítico corrosivo, ilustrador ácido, caricaturista, pintor, escritor y precursor del fotomontaje. Conocido por recoger la crueldad, la incontinencia y el desequilibrio humano de “ese mundo volcado al hedonismo, sobre el cual se cernía, resistible pero irresistido, el horror del nazismo y la guerra”. Un SÍ menor y un NO mayor es un magnífico libro de memorias, en él encontramos fantásticas anécdotas sobre Giorgio de Chirico, Salvador Dalí, Frans Masereel, Brecht, John Dos Passos, y un largo etc. El viejo Café des Westens y el Romanische Café en Berlín, el Café du Dôme en París, el Kremlin de los años veinte y las calles del Nueva York de los años treinta hasta los cincuenta cobran vida en este libro. George Grosz se encuentra en el momento y en el lugar oportuno, siempre en el ojo del huracán, en el centro de la pista. Como un payaso metafísico, siempre un paso por delante, siempre desafiante.
George Grosz (Berlín, 1893 – 1959). Pintor comprometido y agitador artístico en la convulsa Alemania de principios del siglo XX, Grosz comenzó como caricaturista con un peculiar estilo de fuerte crítica social, una tendencia agudizada por la traumática experiencia de la Primera Guerra Mundial. En 1917 fundó, junto a los hermanos John y Wieland Heartfield, la editorial subversiva Malik, donde publicó dibujos y escritos que le condujeron, en ocasiones, frente a la justicia. Empujado por el desencanto hacia la sociedad que le rodeaba, se unió al grupo dadaísta de Berlín y participó junto a Heartfield y Otto Dix en la Erste Internationale Dada-Messe de 1920. Poco después se convertiría en el principal protagonista de la Nueva Objetividad. Durante los años veinte su producción refleja un profundo disgusto con la Alemania de la posguerra. La moderna metrópoli se convierte en el tema recurrente de su obra y, como un Bosco contemporáneo de incisivo tono crítico y agudo sentido de la observación, plasmó su entorno en obras de intención moralizante. Quizá fue el artista que realizó la crónica más fidedigna del Berlín aquellos años. Hoy en día, una de las principales radiografías que tenemos de la Alemania de la República de Weimar es la que nos ha dejado Grosz con sus mordaces caricaturas y la magistral recreación de la vida de las calles berlinesas.
Un sí menor y un no mayor. Memorias del pintor de entreguerras
$28.900
Autor: Grosz, George
Editorial: Capitán Swing
Páginas: 384
Dimensiones: 14 x 22 cm
Capitán Swing
2011
Sin existencias
Descripción
Este es el testimonio de la agitada vida de una de las mentes más originales e independientes del siglo XX. El más rebelde y explosivo de los dibujantes y pintores alemanes, fustigador del militarismo, el capitalismo y la burguesía de los años veinte, hace aquí balance de su vida, que al mismo tiempo es parte de la historia contemporánea y del arte moderno.
Grosz fue mucho más que un crítico corrosivo, ilustrador ácido, caricaturista, pintor, escritor y precursor del fotomontaje. Conocido por recoger la crueldad, la incontinencia y el desequilibrio humano de “ese mundo volcado al hedonismo, sobre el cual se cernía, resistible pero irresistido, el horror del nazismo y la guerra”. Un SÍ menor y un NO mayor es un magnífico libro de memorias, en él encontramos fantásticas anécdotas sobre Giorgio de Chirico, Salvador Dalí, Frans Masereel, Brecht, John Dos Passos, y un largo etc. El viejo Café des Westens y el Romanische Café en Berlín, el Café du Dôme en París, el Kremlin de los años veinte y las calles del Nueva York de los años treinta hasta los cincuenta cobran vida en este libro. George Grosz se encuentra en el momento y en el lugar oportuno, siempre en el ojo del huracán, en el centro de la pista. Como un payaso metafísico, siempre un paso por delante, siempre desafiante.
George Grosz (Berlín, 1893 – 1959). Pintor comprometido y agitador artístico en la convulsa Alemania de principios del siglo XX, Grosz comenzó como caricaturista con un peculiar estilo de fuerte crítica social, una tendencia agudizada por la traumática experiencia de la Primera Guerra Mundial. En 1917 fundó, junto a los hermanos John y Wieland Heartfield, la editorial subversiva Malik, donde publicó dibujos y escritos que le condujeron, en ocasiones, frente a la justicia. Empujado por el desencanto hacia la sociedad que le rodeaba, se unió al grupo dadaísta de Berlín y participó junto a Heartfield y Otto Dix en la Erste Internationale Dada-Messe de 1920. Poco después se convertiría en el principal protagonista de la Nueva Objetividad. Durante los años veinte su producción refleja un profundo disgusto con la Alemania de la posguerra. La moderna metrópoli se convierte en el tema recurrente de su obra y, como un Bosco contemporáneo de incisivo tono crítico y agudo sentido de la observación, plasmó su entorno en obras de intención moralizante. Quizá fue el artista que realizó la crónica más fidedigna del Berlín aquellos años. Hoy en día, una de las principales radiografías que tenemos de la Alemania de la República de Weimar es la que nos ha dejado Grosz con sus mordaces caricaturas y la magistral recreación de la vida de las calles berlinesas.
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